Rocío Marengo será mamá, una historia de deseo, amor y esperanza. Por eso hay emoción, lucha, deseo y un amor profundo que hoy toma forma de bebé.
Después de años de expresar públicamente su deseo de ser madre, Rocío atraviesa ahora uno de los momentos más felices y significativos de su vida. La llegada de su tan esperado hijo marca un antes y un después. Es la recompensa a una búsqueda interna y emocional que, como tantas otras mujeres, supo sostener con fuerza, paciencia y fe.
“Ser mamá” es, para ella, una elección de vida. Un acto de amor. Un viaje lleno de preguntas, de silencios, de esperas. Y también de certezas.
Certezas como esta: el amor del bueno todo lo puede. Ese amor que no se grita pero se siente. Que no se impone, sino que acompaña. Que no juzga, sino que construye.
Una mujer valiente, un bebé deseado, una familia por crecer. Porque Rocío es de esas mujeres que no bajan los brazos. Siempre genuina, sensible y auténtica, supo ponerle palabras a lo que muchas callan. Su deseo de formar una familia no fue fácil, pero jamás dejó de soñarlo. Y hoy, esa semilla florece.
Este bebé llega a un hogar construido desde el afecto real. No desde lo perfecto, sino desde lo verdadero. Desde lo que se elige cada día con amor y con entrega.
Porque la familia no siempre se arma como la imaginamos, pero sí como la sentimos.
Hoy Rocío es símbolo de ternura, de fortaleza, y de esa esperanza que tantas otras mujeres necesitan leer, escuchar, abrazar.