La era de los capibaras kawaii está dando paso a una nueva sensación del diseño pop: Labubu. Esta criatura con dientes prominentes, orejas largas y una expresión encantadoramente pícara ha capturado el corazón de coleccionistas y fans por igual. Originario del pincel del artista Kasing Lung, Labubu nació en Hong Kong pero encontró su consagración definitiva en Japón, donde su imagen se ha convertido en sinónimo de arte contemporáneo juguetón.
Lo que hace especial a Labubu es su capacidad para combinar lo adorable con lo inquietante. Su estética, entre lo tierno y lo travieso, encaja perfectamente con las tendencias actuales del diseño pop, donde lo disruptivo se vuelve deseable. Cada lanzamiento —de astronautas a criaturas marinas— se presenta en ediciones limitadas que despiertan furor en ferias como Pop Mart y desaparecen en cuestión de minutos.
Las redes sociales juegan un rol clave en esta fiebre. Videos de unboxing, fanarts y exhibiciones personales de colecciones inundan plataformas como TikTok e Instagram, donde Labubu ha desarrollado una legión global de admiradores. Esta efervescencia virtual ha sido fundamental para consolidar su estatus de fenómeno cultural.
Pero Labubu es más que una cara simpática. Representa una manera de acercarse al arte desde el juego, de valorar la expresión creativa a través de objetos que, aunque pequeños, tienen un impacto enorme. En un mundo donde lo coleccionable gana cada vez más espacio, este muñeco ha dejado de ser un simple juguete para convertirse en símbolo de una nueva sensibilidad estética.
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Así, mientras los capibaras se despiden con ternura, Labubu se instala como el nuevo favorito del universo kawaii. Y todo indica que su reinado apenas comienza.