Hoy vamos a hablar sobre la lavanda, una de las plantas aromáticas más elegidas para decorar el jardín. Este arbusto silvestre de la familia de las Lamiaceae cuenta con unas sesenta especies y es un verdadero deleite para los sentidos.
La lavanda es una planta maravillosa que requiere cuidados simples para crecer fuerte y hermosa. Puedes plantarla directamente en el suelo o en macetas. Además, atrae abejas, mariposas y colibríes, transformando tu jardín en un lugar colorido y lleno de vida.
Propiedades y beneficios
Esta planta no solo es bella, sino que también tiene numerosas propiedades beneficiosas. Regenera células, tiene acciones antiinflamatorias y es cicatrizante. Sus flores y el aceite esencial, extraído por arrastre de vapor, son muy valiosos. La lavanda es antiespasmódica, estimulante circulatoria, antibacteriana, analgésica, carminativa y antidepresiva. ¡Es perfecta para combatir el insomnio gracias a sus efectos relajantes y sedantes!
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Cuidados de la lavanda
Si deseas cultivar lavanda en casa, ten en cuenta los siguientes cuidados para asegurar que crezca de la mejor manera:
Época de Floración: La lavanda florece a fines de la primavera y al comienzo del verano. Necesita un sustrato alcalino, es decir, con un pH elevado, y el suelo debe drenar bien para evitar que se compacte.
Macetas Adecuadas: Si decides ponerla en maceta, debe tener un diámetro de entre 30 y 40 centímetros con huecos en el fondo o ser de un material que permita un buen drenaje.
Luz Solar: Es una planta que requiere mucho sol directo. Ubícala en un lugar donde reciba al menos seis horas diarias de luz para asegurar que crezca grande y frondosa.
Abono: A diferencia de otras plantas, la lavanda no necesita abono, ya que no exige demasiado en cuanto a la calidad del suelo. Un exceso de fertilización puede disminuir el aroma característico de sus flores.
Poda: Para mantener su floración activa, corta las flores secas. También realiza una pequeña poda que no supere la mitad del tamaño de la planta al comienzo de la primavera o en otoño, antes o después de la floración.
Riego: La lavanda soporta bien las sequías, pero hay que regarla. En maceta, los riegos deben ser más frecuentes que en tierra. Durante los meses fríos, espacia los riegos a lo largo del día para que sus raíces conserven humedad por la noche. En verano, riega una vez a la semana, siempre y cuando el sustrato esté seco.
¡Disfruta de tu lavanda!
Con estos simples cuidados, tu lavanda crecerá fuerte y saludable, llenando tu hogar de su maravilloso aroma y belleza.