Estar enamorados nos lleva a experimentar una sensación sumamente placentera, que se manifiesta, en mayor o menor medida, mediante el estómago ya que para la ciencia este órgano es nuestro “segundo cerebro”.
Es por eso que según la ciencia y el estudio presentado por científicos de la Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos, cuando nos sentimos enamorados o completamente atraídos por otra persona, solemos describir a esta sensación tan única y agradable con el término de “mariposas en la panza”.
Sucede que casi la totalidad de las personas que aseguran sentirse enamorados atraviesan un cúmulo de sensaciones como nervios, ansiedad, sudoración excesiva, entre otros, que durante mucho tiempo han sido tema de análisis.
Lo cierto es que los expertos han podido determinar que es aquí donde la adrenalina juega un papel sumamente importante, ya que los músculos necesitan moverse de una manera mucho más acelerada para escapar de los nervios que sentimos al ver a esa persona.
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Ante esto, nuestro torrente sanguíneo se enfoca en los músculos y deja en segundo plano a las zonas viscerales, enviando al cerebro una señal similar a la que sentimos cuando necesitamos ir de urgencia al baño ya que consiste en una agitación en la zona abdominal.
Claramente, este proceso biológico es el que en la cotidianidad solemos describir como “mariposas en la panza”, producto del cosquilleo mediante el cual se traduce esta agradable sensación de estar enamorado.
El papel de la dopamina
El enamoramiento provoca la liberación de diversos neurotransmisores, entre ellos; la dopamina, norepinefrina y serotonina. Esto nos lleva a relacionarlo con el sistema de recompensa en nuestro cerebro.
Sucede que la dopamina es el principal neurotransmisor implicado en la sensación de enamoramiento. Ésta se produce al interior de las neuronas dopaminérgicas en una zona del tallo cerebral llamada área tegmental ventral y es responsable de producir las “moléculas de la felicidad”.
En definitiva, este neurotransmisor es el que nos hace sentir placer y euforia al estar con la persona amada y nos lleva a hacernos ilusionar con el futuro, pese a que su efecto dura solamente algunos años, según la ciencia.