Con el avance de las nuevas tecnologías y la necesidad de comunicación entre los habitantes de nuestro planeta, en el último tiempo se han enviado una importante cantidad de satélites a la órbita de la Tierra, lo que comienza a preocupar a la ciencia.
En base a cálculos recientes, desde el 2020 aumentó considerablemente el número de satélites que orbitan el planeta y, según las especulaciones de la ciencia, esto podría generar cambios significativos en nuestro mundo.
Los primeros datos estudiados arrojan que a partir del 2020 la expansión satelital fue significativa y solo en el último año se lanzaron más satélites que durante los primeros treinta años de la era espacial.
Este fenómeno se lo adjudican en gran parte a la empresa de comunicaciones e Internet Starlink, la cual depende de Space X. Además, se proyecta que, a la velocidad de la evolución mundial, este fenómeno solo tenderá a crecer en vez de disminuir.
En medio de este contexto, quien aparece en escena es una estudiante de posgrado en la Universidad de Islandia y está trabajando en su doctorado en física del plasma. Su nombre es Sierra Solter y puso sobre aviso a la comunidad científica sobre este problema, el cual podría alterar y debilitar el campo magnético de la Tierra.
Ante la sobrepoblación satelital que llevan adelante estas megaconstelaciones de internet (los cuales eventualmente aceran entrando a la atmosfera) la científica manifestó que, de no tomar cartas en el asunto, el campo magnético podría verse debilitado en un futuro no muy lejano, con todas las consecuencias que eso implica.
A merced del sol
El campo magnético terrestre se extiende desde el núcleo interno del planeta hasta el espacio y actúa como un escudo protector. Protege contra los impactos masivos de energía y radiación del Sol y aísla de la radiación que emiten las galaxias, otras estrellas y demás cuerpos celestes.
Es por ello que la ciencia pone el foco en esta superpoblación de satélites dado que, de contar con un campo magnético contaminado por satélites, la Tierra podría sufrir consecuencias alarmantes.