La familia es una de las instituciones más antiguas y universales de la humanidad. Sin embargo, su forma y su función han cambiado a lo largo de la historia, adaptándose a las condiciones sociales, económicas y culturales de cada época y región.
En la actualidad, asistimos a una nueva transformación de la familia, impulsada por factores como el envejecimiento de la población, la baja natalidad, la migración y la diversidad de modelos familiares.
Un reciente estudio publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences proyecta cómo será la evolución de las relaciones de parentesco humano en el futuro próximo. Según los autores, el tamaño global de las familias disminuirá de forma permanente en todas las regiones del mundo, especialmente en Sudamérica y el Caribe, donde se esperan los mayores descensos.
Los investigadores estiman que, en promedio, el número de parientes de una persona descenderá más de un 35%, con una disminución dramática de primos, sobrinos y nietos.
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Por el contrario, se prevé un aumento considerable en el número de abuelos y bisabuelos, debido a la mayor esperanza de vida y a la menor fecundidad
El impacto de este cambio en la sociedad
Estos cambios tendrán un impacto significativo en la sociedad, ya que afectarán al cuidado de los familiares y a los sistemas de apoyo social.
El estudio resalta la necesidad de invertir en políticas públicas que garanticen el bienestar de las personas en todas las etapas de la vida, ya que muchos dependen solo de sus lazos familiares para recibir ayuda emocional, material, informacional o de compañía.
La Advertencia de los especialistas
“La disponibilidad de recursos de parentesco está disminuyendo en todo el mundo. A medida que aumenta la diferencia de edad entre los individuos y sus parientes, las personas tendrán redes familiares no sólo más pequeñas, sino también más antiguas”.
Ante este escenario, es importante fortalecer las redes de apoyo social, que son el conjunto de relaciones que integran a una persona con su entorno social, o con personas con las que establecen vínculos solidarios y de comunicación para resolver necesidades específicas. Estas redes pueden ser de diferentes tipos, como el apoyo material, el apoyo cognitivo, el apoyo emocional o el apoyo de compañía.
Así, las redes de apoyo social pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas, especialmente de las más vulnerables, como los niños, los ancianos, los enfermos o los migrantes. También pueden favorecer la cohesión social, la participación ciudadana, la inclusión y la diversidad.
Conclusión
La familia del futuro será, sin duda, diferente a la que conocemos hoy. Pero eso no significa que debamos renunciar a los valores y los beneficios que nos aporta. Al contrario, debemos adaptarnos a los nuevos desafíos y oportunidades que se presentan, buscando siempre el bien común y el respeto a los derechos humanos