En 1997, Joseph Takahashi hizo un descubrimiento revolucionario al encontrar el gen CLOCK en los mamíferos, conocido como reloj biológico. Desde entonces, numerosas investigaciones han girado en torno a este concepto, buscando adaptar la vida humana de una manera más natural y así mejorar nuestras condiciones de vida.
El reloj biológico es un mecanismo interno que regula los ritmos circadianos, desempeñando un papel crucial en nuestro metabolismo. Este mecanismo dicta cuándo debemos dormir y despertar, y la ciencia ha buscado adaptar nuestras vidas a este ciclo natural para mejorar funciones específicas del cuerpo.
Un reciente estudio científico publicado en la revista Science nos invita a reflexionar sobre la relación entre este ciclo y la longevidad. Durante mucho tiempo, la humanidad ha buscado alargar su esperanza de vida. Aunque la medicina ha avanzado considerablemente, el reloj biológico también juega un papel fundamental, especialmente en relación con el horario en que ingerimos alimentos.
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Mejor de noche
Para encontrar una relación entre el horario de la cena y la longevidad, la ciencia se enfocó en la restricción calórica, es decir, consumir menos calorías de manera controlada. En el estudio, un grupo de ratones fue sometido a diferentes horarios de alimentación, y los resultados fueron sorprendentes.
A un grupo se le permitió comer en cualquier momento del día, y su longevidad aumentó un 10%. Los ratones que se limitaron a comer solo durante el día mostraron un aumento del 20% en su esperanza de vida. Pero el grupo de ratones que comió solo durante la noche, cuando son naturalmente más activos, experimentó un impresionante aumento del 35% en su longevidad.
Estos resultados preliminares abren la puerta a nuevas investigaciones científicas sobre la relación entre el consumo calórico y el reloj biológico, con resultados que podrían ser verdaderamente transformadores.