La aparición de la Inteligencia Artificial en la vida cotidiana del hombre parece ser hasta el momento uno de los grandes avances del 2023, sobre el cual se ciernen diversas teorías de cara a lo que será el futuro de ahora en más.
Al toparse de lleno ante lo desconocido, la humanidad siempre guarda un cierto recelo que en parte deja entrever que de lo que más desconfía, es de ella misma. Sobre esta base, se desarrolla la Inteligencia Artificial y su aceptación en la vida diaria.
La aparición de diversos chats (como el GP3 por ejemplo) que hoy en día son de acceso público, crean diversos interrogantes que los expertos y científicos buscan revelar y pensar con el objetivo de entender el fenómeno que, al ser utilizado en masa como en este caso, queda sujeto a la experimentación propia.
Sin embargo, en ese sentido el periodista y filósofo argentino Agustín Fernándes Cabel dejó clara su postura en el portal The Conversation y destacó algunos rastros humanos que la Inteligencia Artificial no tiene, sobre todo para repensar las teorías más extremistas que creen que esta nueva tecnología podría reemplazar (o porque no, gobernar) a la humanidad.
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“Una persona puede despertar un día e imaginar una idea, una historia o un poema, un pensamiento creativo. En la actualidad, no hay inteligencia artificial que genere conocimiento o realice acciones espontáneamente” detalló Fernándes Cabel, poniendo de manifiesto un rasgo distintivo que, hasta ahora, solo corresponde a la raza humana.
En la misma línea, el filósofo también se centró en la cuestión ética, un rasgo del cual la propia Inteligencia Artificial carece. “La ética es, nada más y nada menos, el discernimiento entre el bien y el mal. Las que sí tienen ética son las personas que programan a las máquinas y a las inteligencias artificiales. Una máquina no es buena o mala. Es efectiva” cerró.
Depredador
Dejando claro algunas de las principales diferencias entre la humanidad y la Inteligencia Artificial, una vez más a lo largo de toda nuestra historia, el vaso se decanta por el mismo sitio y llega a la misma pregunta de siempre: ¿Cuál será la utilización que le dé el hombre a esta nueva tecnología?
Obviamente, aún el interrogante continúa siendo retórico y como se suele decir “solo el tiempo lo sabrá”. No obstante, la filósofa Elizabeth Anscombe se suma a la discusión del momento y pone el foco en la problemática que realmente importa y no en si los avances tecnológicos son buenos o malos.
“Las diferencias son claras. Las IA no tienen experiencias. No tienen historia. No tienen psicología ni problemas psicológicos. No tienen remordimientos de sus actos (aspecto fundamental del apartado de ética y moral). No aman ni son amadas. No sufren ni sienten dolor. No tienen opinión propia, porque nada les es propio. Si ChatGPT pasa de moda y no es consultado, su existencia es inútil. Sólo existe si al ser humano le es útil. No tiene identidad. Su identidad es una construcción humana” cerró, dejando en claro (quizás como siempre) que todo sigue quedando en manos del hombre.