Cuando nacemos y vamos creciendo comenzamos buscando la aprobación de nuestros padres y luego seguiremos buscando el visto bueno de nuestros hermanos, amigos, parejas, jefes, compañeros de trabajo o hasta de desconocidos. La mirada del otro, nos importa y mucho.
Debemos aprender a encontrar un equilibrio entre la mirada interna y externa, para así sentirnos a gusto con nosotros mismos y con la mirada de los demás. Decirlo es fácil, pero llevarlo a cabo es otra cuestión. Pretender excluirnos absolutamente de la mirada de los otros es un imposible, pero poder manejarlo, lograr un equilibrio entre lo interno y lo externo es posible.
¿Por qué la mirada de los otros pesa tanto en la conformación de nuestra autoestima?
Muchas veces pretendemos que la sociedad nos devuelva aquel ideal que el individuo crea sobre sí mismo. En este contexto, la búsqueda por la motivación externa por sobre la interna es constante. "Desde chicos -explica la Lic. Erlich- nos enseñaron con sistemas de premios y castigos: que alguien nos premie, que nos reconozcan o que nos aumenten el sueldo". Nos cuesta entender que podemos hacer o decir algo sin que la aprobación externa sea definitoria. Entonces, la autoestima es más que una construcción individual, es también social. Se construye a través de la mirada y la palabra de los otros.
La adultez nos pondrá a prueba permanentemente y será fundamental, lograr que la mirada de los otros no sea la base de nuestro ser. Entonces, ¿cómo lograr una buena autoestima? La Lic. Claudia Erlich propone una serie de criterios que colaborarán al equilibrio:
- Cada individuo es un ser único e irrepetible, si entendemos ésta singularidad dejaremos de compararnos con otros.
- A través del autoconocimiento aprenderemos a reconocer nuestros talentos y a usarlos.
- Identificaremos las distorsiones en nuestras creencias, que nos impiden ir en búsqueda de un cambio.
- Aprenderemos a reconocer nuestros propios deseos y necesidades.
- Cuando se mejora la autoestima de una persona todos los resultados en la vida se potencian.
Comenzar por uno mismo es una frase hecha. Pero si vivimos pendiente de la aprobación externa, ya ni sabremos cuál es nuestro propio deseo. El equilibrio es posible, ir por ese camino es la tarea.
La mirada del otro debe ser un reencuentro de dos almas para descubrirse y retroalimentarse.